LA INASIBLE EXPERIENCIA DE UN CUERPO
La Inasible Experiencia
Cuerina y alfileres
152 x 95 cm
2020
Nadie sabe lo que puede un cuerpo
Cuerina y 57.050 clavos
300 x 135 cm
2021
Sensaciones simples sentimientos complejos I, II, III
Cuerina y alfileres
36 x 36 cm c/u
2021
Percepción del Pensamiento I, II, II
Cuerina y alfileres sobre terciopelo.
85 x 55 cm. c/u
2021
El Deseo Incomoda
Cuerina y clavos
35 x 35 cm.
2021
Incierta Experiencia
Cuerina y alfileres
60 x 100 cm.
2021
Se siente con A
Tela intervenida
130 x 100 cm.
2021
Según John Koeing
Tela intervenida
130 x 100 cm.
2021
De los texto que estudié II
Tela intervenida
130 x 100 cm.
2021
Palabras de Amor
Tela intervenida
130 x 100 cm.
2021
De los texto que Estudié
Tela intervenida
130 x 100 cm.
2021
Sin Traducción al Español
Tela intervenida
130 x 100 cm.
2021
Sentimientos
Tela intervenida
130 x 100 cm.
2021
Galería Artespacio, Santiago. Chile
2021
The Elusive Experience of a Body
No one knows what a body can do. There is nothing in the anatomy of the human being that serves as an instruction manual to know what to do with their body or in front of another. A human body is not reduced to a function determined by biology: a mouth does not function only to eat or speak - there are those who rarely eat or speak; words are more than their definition in the dictionary - they are vibrations or knives that make marks on the body, touch it, transform it, and can generate pleasure or pain; a shoe, to a woman or a fetishist, besides being a part of the body, is not a merely an artifact to cover the foot.
Freud said the body can become sick from meaning; his discovery was that of the psychic body: flesh permeated by language. We can feel and become ill not only because of the conditions of our nervous anatomy but also because of the ideas engraved on our skin. If Freud enters the world of medicine by observing his patients, he leaves it by listening to them: the body is a surface that can be read as a text.
Categories and general diagnoses have a vanishing point, which is the fact that each body has its own dictionary: just like the artist's textiles, those that represent diverse universes of sensitive words, psychic maps in incomprehensible languages, others as old as childhood, even dictionaries of words invented to translate the pulsional expressions into some phoneme. Walker works textiles that, like skin, are frayed, never smooth, uneven: warps like wefts, tangles that constitute stories, singular worlds, that in the encounter with another body there can only be something mysterious: diverse geometries of desire, devastating desires, mechanical sexes, narcissistic loves, oedipal triangulations, liquid desires, solid pleasures up to addiction and death.
Encountering The Elusive Experience of a Body is a sensitive dialogue that questions the unconscious dimension of desire. As Freud taught us, we sometimes flirt with pain, either out of curiosity or as a search for intensity beyond the principle of pleasure (although this is called the death drive); sometimes, to also find a shoreline that acts as a dam for the splinters of the body. And there is something else. There are occasions when something unheard of happens: where something should hurt, a new softness is found. Perhaps this is what happens with Walker's paradoxical nails.
Constanza Michelson
Psychoanalyst and Writer
La Inasible Experiencia de un Cuerpo
Nadie sabe lo que puede un cuerpo. No hay nada en la anatomía del ser humano que sirva como manual de instrucciones para saber qué hacer con su cuerpo ni frente a otro. Un cuerpo humano no se reduce a una función determinada por la biología: una boca no sirve solo para comer o hablar, hay quienes no comen ni hablan casi nunca; las palabras son más que su definición en el diccionario, son vibraciones o cuchillos que marcan al cuerpo, lo tocan, lo transforman, pueden generar placer o dolor; un zapato para una mujer o un fetichista, además de ser una parte del cuerpo, no es un mero artefacto para cubrir el pie.
El cuerpo puede enfermar de sentido nos dijo Freud, cuyo descubrimiento fue el del cuerpo psíquico: carne atravesada por lenguaje. Podemos sentir y enfermar no solo por las condiciones de nuestra anatomía nerviosa, sino por las ideas que están inscritas en la piel. Si Freud ingresó a la medicina observando a sus enfermos, sale de ella escuchándolos: el cuerpo es una superficie que se lee como se lee un texto.
Las categorías y los diagnósticos generales tienen un punto de fuga: el hecho de que cada cuerpo tiene su propio diccionario. Como los textiles de la artista, los que representan universos diversos de palabras sensibles, mapas psíquicos en idiomas incomprensibles, otros tan antiguos como la infancia, incluso, diccionarios de palabras inventadas para traducir las expresiones pulsionales en algún fonema. Walker trabaja textiles que, como la piel, están deshilachados, nunca lisos, accidentados: urdimbres como tramas, enredos que constituyen historias, mundos singulares, que en el encuentro con otro cuerpo no puede no haber más que algo misterioso: diversas geometrías de deseo, deseos devastadores, sexos mecánicos, amores narcisistas, triangulaciones edípicas, deseos líquidos, goces sólidos hasta la adicción y la muerte.
El encuentro con la exposición La inasible experiencia de un cuerpo es un dialogo sensible, que interpela lo inconsciente del deseo. Tal como nos enseñó Freud, a veces coqueteamos con el dolor, ya sea por curiosidad; o como búsqueda de la intensidad más allá del principio del placer (aunque eso se llame pulsión de muerte); a veces también para encontrar un litoral que haga de dique a las esquirlas del cuerpo. Y hay algo más. Hay ocasiones en que sucede algo inaudito: ahí donde algo debería doler, se encuentra una nueva suavidad. Quizá es lo que ocurre con los clavos paradójicos de Walker.
Constanza Michelson.
Psicoanalista- Escritora